Un susurro a gritos, calla aquello que más le duele y chilla palabras vacías de sentimientos sinceros, hasta desgarrarse la voz.
Sin dirección, se pierde en la línea marcada de un mapa de tonos fluorescentes apagados por el tiempo que pasó desde que decidió desempolvar este trozo de papel, ya amarillento, del fondo de un encallado y trasteado cajón.
Puede adivinar el inicio de una ruta, pero se pierde la pista a medio camino. Justo en el punto en que ahora se encuentra. En un tramo donde siempre hubo una intersección, otro camino que todavía existe. Tal vez, la ruta que debería haber tomado, el trazo que no pintó.