¿Se puede saber donde la metí? No la encuentro por ningún lado. No está en la mesa del comedor, ni en la nevera; tampoco en mi cajón desastre. Es desesperante ver que tampoco mi almohada sepa nada de ella.
Necesito que aparezcas, quiero recordar tú nombre.
¡Al fin te encontré! Encima del sofá donde esta tarde eché la siesta. Ahora empiezo a recordar que te olvidé.
Lo siento Memoria pero es así.